Croacia, es un país sobre el mar Adriático, que fue pasando a lo largo de los años, por reinos, imperios, repúblicas y hasta régimen comunista. Estas invasiones si bien muy duras para el pueblo, fueron dejando un bagaje cultural muy rico.

Zagreb, su capital, es una ciudad moderna, no demasiado grande, que me permitió recorrerla en pocos días.

La ciudad es muy amigable, conformada por la parte alta, que es la parte antigua y la parte baja, la ciudad moderna.

Recorrerla a pie, fue una muy buena elección. Cuenta con importantes edificios como el Teatro Nacional, sobre extensas avenidas, la Catedral de Zagreb, la Iglesia de San Marco que permite ver en el decorado de su techo una muestra de la influencia Veneciana.

Se veía en sus calles, mucha vida en bares y restaurantes al aire libre. Hay una zona super animada de calle peatonal, en la ciudad vieja que se llama Tkalciceva . ¡Gente a toda hora!

Pero una tarde, me detuve a visitar uno de los museos más curiosos para mí: el museo de las Relaciones Rotas!.. sí si, leíste bien..
Allí se exponen objetos testigo de relaciones amorosas rotas: ¡desde ropa interior, cajitas con corazones rotos y hasta un hacha que uso uno de los amantes para romper los muebles de su pareja! ¡Increíble!

El idioma oficial es croata, pero se utiliza también el serbio, húngaro, esloveno e italiano.
La comida es deliciosa, y muy variada. Entre otras te mencionare: El Crni rizot (risoto negro, con tinta de calamar), la Gregada, un guiso de pescado con papas, que se lo asocia a la isla de Hvar pero se encuentra en toda Croacia, la salchicha Kulen, una salchicha de carne de cerdo de excelente calidad curada por 9 meses, ensalada de pulpo, y las Fritule, unos buñuelos de masa de donuts..
