Si de pueblos pintorescos hablamos, Altea y Calpe son imperdibles.
Solo me llevo 1 hora 30 minutos de tren desde Alicante al primero de ellos: Altea.
Situado sobre la bahía del mismo nombre y construida con vistas al mar. Con pocos habitantes, pero con mucho encanto.
Como curiosidad te cuento que su nombre proviene del griego Althaia y significa “la que cura”, pues allí se dice que curas tu alma o tu stress.
El paseo marítimo de Altea te permite disfrutar de las vistas más bonitas de la ciudad, con innumerables restaurantes y bares sobre la costa, que hacen de la puesta del sol un espectáculo maravilloso.
El casco antiguo tiene callejuelas, calles empedradas y sus casas blancas que contrastan con el azul del Mediterráneo único.
Luego, fui a Calpe, también en tren, a tan solo 10 km de Altea. Una ciudad donde las playas, el senderismo y el turismo deportivo tienen su protagonismo.
En la costa se alza el Peñón de Ifach, una mole rocosa símbolo de la ciudad donde pude subir a 332m de altura y tener unas vistas increíbles.
De regreso, y si te gusta el chocolate no te pierdas una parada en el pueblo de Villajoyosa. En esa localidad se encuentra la fábrica de chocolates Valor, una marca muy prestigiosa de chocolates. Pude visitar la fábrica y degustar los exquisitos chocolates que allí se fabrican.